Mi ex y su matrimonio
Hace algún tiempo ya, les había comentado que tuve una relación bastante fuerte, larga y comprometedora con un chico colombiano… quien iba a imaginar que me amarraría con un rolo (bogotano) siempre había descartado los pertenecientes del país cafetero porque no me parecían personas de fiar, y mientras más dije no! Ahí me llegó el amor. El cómo nos conocimos y amarramos en verdad fue bastante gracioso, el vivía en aquel entonces en Canadá y lo conocí a través de internet, sus amigos en Quito (que también eran mis amigos) me habían dado su mail para que lo agregara al Messenger, yo lo hice sinceramente para probar.
Conversamos un par de veces por el chat y me pareció un tipo demasiado lanzado, atrevido, meloso, en fin. Su retorno al país, en donde había vivido casi una década, estaba programado para algunos meses después; en todo ese lapso de tiempo no habíamos vuelto a comunicarnos, y, cuando llegó finalmente el día de su regreso, no me hicieron partícipe de la farra organizada por su papa con tremenda banda de vallenatos.
Pasaron los meses (aproximadamente 5) hasta que un día sus amigos me invitaron a pasar el rato deambulando por las calles de la ciudad, recuerdo perfectamente ese jueves, tal cual si hubiese sido ayer, estaba frío y sombrío, hasta un tanto llovioso. Habíamos pasado algunas horas yendo de aquí para acá hasta que terminamos bebiendo aguardiente al frente de un reconocido centro comercial de la ciudad, y es ahí cuando volví a ver a Felipe (debo reconocer que hablando de nuestros comienzos se me estruja un poco el corazón y me da nostalgia de aquellos tiempos), lo vi cambiado, más respetuoso, tranquilo, centrado, caballero, etc etc etc.
Sentada a su lado, en el asiento posterior del carro descubrí a un Felipe soñador, un niño necesitado de tanto cariño y amor, de comprensión, pasión y locura. Una persona que anhelaba ser grande pero necesitaba la mano delicada y tierna de una mujer para que juntos vayan sembrando el camino. Es así como después de una caja de chocolates traídos directamente desde Suiza, un ramo de rosas rojas (mis favoritas), un deliciosos spaguetti a la carbonara, una chimenea encendida y una botella de vino tinto, nos fué el fuego embargando desde aquel 27 de Abril.
No sé porque les comento esto, si el tema central del post era digamos "las consecuencias" de su matrimonio; pero, al empezar a recordar las experiencias nuevas y hermosas que descubrí al lado de él, mis manos y dedos ya no obedecen las órdenes dictadas por mi cerebro, y se posan sobre las teclas como renegando por el pasado y tratando de dejar constancia de lo que fué y nunca volverá a ser.
La relación entre Felipe y yo era demasiado fuerte, supimos abordar las barreras culturales, evadimos cualquier chisme mal intencionado, logre restar importancia a los comentarios de sus amigos que nunca creyeron en el amor sincero que yo por él profesaba; juntamos a las familias, hicimos nuevos amigos, descubrimos nuevos paisajes, aprendimos a amar, a perdonar, a confiar, a desear, a olvidar.
Nuestra relación era tan fuerte y bonita que los planes de boda surgieron sin ninguna presión, la boda en la casa de su padre con orquesta de vallenato, la comida preparada por la chef de mi tía, el vestido estilo romano que siempre he soñado, el tour por Europa que mi “suegrito” (así le decía de cariño a Roberto) nos había ofrecido, la casa ya vista que iríamos a comprar… todo fue nada de lo que pude cumplir. Es extraño y a la vez reconfortante hablar de este tema, pues siento que aun no he desfogado los sentimientos que emergieron cuando me enteré que Felipe iba a casarse, y contarles a ustedes que sé no me van a juzgar, me hace quitarme un peso de encima y sentirme más tranquila al respecto, sabiendo que al final aquel hombre que yo tanto soñaba para mi comparte sus noches de luna llena con otra mujer.
No les niego que el enterarme de su matrimonio fue algo difícil, porque después de tantas cosas compartidas, de los sueños vividos, las metas alcanzadas, el amor profesado; a uno le sorprende que aquel individuo logre comprometerse con otra persona de la noche a la mañana. Mis sentimientos por el son muy diferentes a los que algún día sentí, eso lo tengo claro, pero darme cuenta de que otra logró lo que a mí en tanto tiempo me costó construir, eso, eso no tiene precio.
Para ir de mal en peor, la pareja en cuestión decidió casarse casi en la misma fecha de mi aniversario con Felipe (como si de a malas se tomaran las decisiones), en el lugar que se había casado mi primo una semana antes, osea todas las cosas debían hacerme acuerdo de tan magno acontecimiento.
No les sigo atormentando más con los detalles, porque al fin el tema aquí a tratar no son precísamente esos detalles, sino la malicia con que casi todos de sus amigos me han hecho de una y otra manera enterarme de todos las características de la ocasión, el uno me manda fotos, el otro me cuenta los pormenores, la fulanita me comenta su situación amorosa, etc. Si ya sé, la culpa es mía por aceptar oír todas aquellas atrocidades; pero al final creo que la curiosidad me ganó. Me pregunto, hasta qué punto las personas se puede seguir metiendo en una relación que ya ni existe??? Muchas personas me criticaban por que supuestamente yo estaba con él, solo por su dinero, pero gracias a todas las cosas que hice por y para él, Felipe, su familia y la mía, saben que lo que me ataba a él era un amor puro y sincero, es ese el único motivo por el cual creo yo, me siguen teniendo presente en la historia de alguien que dejó de significar para mí hace mucho tiempo.
Para reírnos un poco acá de toda esta historia, les cuento que a nadie le ha gustado la esposa de mi querido ex, muchos incluida su propia mamá tiene mala concepción de ella, sus amigos han apostado a ver cuánto tiempo dura su matrimonio (que malos), y hace pocos días Felipe ha preguntado a un amigo en común que tenemos como estoy yo y que pienso de su matrimonio, si he preguntado por él y bla bla bla… wtf? Saquen ustedes sus propias conclusiones.
Yo solo espero que a Felipe le vaya bien en su matrimonio, lo amé mucho y siempre querré su bienestar ante todo, y espero, solo espero, que si le va mal, no regrese a buscarme…
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